Economía

Jubileo plantea nueva ley de hidrocarburos con 8 ejes para afrontar la crisis en Bolivia

Frente a la drástica caída de la producción, de exportaciones y de ingresos se plantea un nuevo contexto para viabilizar inversiones, cambios al régimen fiscal, gestión de mercados, institucionalización y transparencia, consulta previa y mejor uso de la renta hidrocarburífera destinada a la diversificación.

Datos Fundación Jubileo

Jubileo / Periodismo Sin Photoshop

La Fundación Jubileo presentó una propuesta para la elaboración de una nueva ley de hidrocarburos en Bolivia con ocho ejes, con la cual esperan revertir la crisis generada por la administración estatal de los últimos 20 años. Entre las principales reformas que se promueve, además de reformular la política de subvención al combustible en el país, está la seguridad jurídica, transparencia para la firma de contratos y modificar el tipo de uso que los gobiernos departamentales y municipales del dan a las regalías.

Raúl Velásquez, analista en hidrocarburos para la Fundación Jubileo, explicó que los cambios en la política hidrocarburífera que esperan que contenga la nueva ley, “está el tema del régimen fiscal, buscando el equilibrio entre Estado y empresa, que hagan nuevamente atractiva las inversiones de exploración en un sector de alto riesgo y costoso. Ese nuevo equilibrio fiscal también debería servir para que haya un uso estratégico de la renta hidrocarburífera por parte de las gobernaciones, universidades y municipios”, sostuvo.

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Propuestas

En esa línea, se mencionó que el negocio de los hidrocarburos es de largo plazo, por lo que un cambio podrá ser factible a través de una nueva política energética nacional que, además, responda a los desafíos climáticos globales, regionales y nacionales. En esa línea, la Fundación Jubileo lanzó una propuesta con los siguientes ocho putos:

1. Generar un entorno de negocio para atraer y viabilizar la inversión, tanto internacional como nacional, lo que implica disminuir el riesgo país para la inversión, equilibrar los principales indicadores macroeconómicos, restablecer la suficiencia de divisas y garantizar la seguridad jurídica.

Otro elemento está referido al contexto regional y mundial considerando el calentamiento global, siendo la quema de combustibles fósiles una de sus principales causas, por lo que existe el compromiso de promover una transición energética con énfasis en el desarrollo de proyectos renovables.

2. Asentar la institucionalidad en el sector público, siendo particularmente evidente en el caso del sector hidrocarburos los sucesivos escándalos en la empresa YPFB y en una permanente injerencia política en su gestión y dimensión empresarial.

Resulta fundamental realizar una reingeniería sectorial, definiendo roles institucionales claros para cada una de las entidades públicas involucradas en el sector hidrocarburos. Además, se debe condicionar a que los ingresos que obtiene el Estado sirvan exclusivamente para la diversificación de la economía, investigación en ciencia y tecnología, y el ahorro de largo plazo.

3. Establecer una política de transparencia y acceso a información aplicable al sector hidrocarburos definiendo la información que debe ser publicada, los medios, plazos y sanciones frente a incumplimientos.

4. Disponer condiciones previas sobre el respeto al ordenamiento territorial en coordinación entre los niveles central y departamental para la declaratoria de áreas de reserva hidrocarburífera, así como el cumplimiento de la consulta previa y la definición de criterios de selección de las empresas, entre otros aspectos.

5. Determinar características para los contratos de exploración y explotación, siendo prioritaria la obligación de la reposición de reservas hidrocarburíferas. Asimismo, deben definirse condiciones mínimas para los contratos, determinar plazos de vigencia, definir mecanismos de resolución de controversias, determinar infracciones y sanciones, y fijar disposiciones sobre contenido local (contratación de personal, compra de bienes y servicios producidos localmente, capacitación y otros).

6. Ajustar condiciones en el mercado. Por una parte, se debe eliminar la distorsión de precios en el mercado interno, vigente desde hace dos décadas, lo que supone refocalizar la subvención estableciendo bandas de precios, manteniendo precios bajos para la población más vulnerable. Simultáneamente, se deben buscar nuevos mercados, entre ellos Chile y Paraguay, y proyectos de LNG.

7. Ajustar el régimen fiscal. La nueva Ley de Hidrocarburos debe establecer que el precio de comercialización del gas natural para proyectos de industrialización será regulado por la ANH con base en los precios vigentes en el mercado.

8. Establecer lineamientos básicos sobre el uso de la renta hidrocarburífera en el marco del régimen autonómico vigente, promoviendo fondos de desarrollo productivo y fondos de ahorro y estabilización en el ámbito subnacional, con el objetivo de disminuir la dependencia fiscal y económica de la explotación de hidrocarburos, así como aminorar los efectos de las variaciones en los ingresos fiscales debido a cambios en los precios de comercialización o producción de hidrocarburos.

Contexto

Desde Jubileo se sostiene que la crisis del sector hidrocarburos en Bolivia es el resultado de las (malas) decisiones adoptadas durante los últimos 20 años, las que han estado marcadas por el control gubernamental del sector y por el rentismo, alentados tanto por actores políticos como sociales.

Explicaron que hace dos décadas confluyeron condiciones que no se repetirán a corto plazo: Bolivia tenía reservas de gas, nuevos contratos de exportación con Brasil y Argentina (vigentes por 20 años), ductos, inversiones en exploración (1996-2002) y una tendencia de precios internacionales en alza. Para que el país reciba los ingresos extraordinarios entre los años 2004 y 2014, las condiciones se fueron gestando desde la década de los ´70.

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La inestabilidad social y política de inicios del siglo 21, que decantó en el Referéndum por el Gas del año 2004, delineó la política hidrocarburífera nacional que luego sería plasmada en una nueva Ley de Hidrocarburos el 2005, la política de “nacionalización” el 2006 y, finalmente, sellada con la Constitución Política del Estado (CPE) el 2009, todas orientadas a una mayor presencia estatal en la actividad hidrocarburífera y la captura de renta a favor del Estado.

En ese tiempo se barajaba un importante proyecto de exportación de gas natural por un puerto en el pacífico, el cual finalmente fue descartado perdiendo la oportunidad de abrir los mercados mundiales al gas natural boliviano. Transcurridos 20 años, la actividad exploratoria ha ido en declive por falta de inversión.

La producción de gas natural cayó en -40% respecto a 2015, año de mayor producción, lo que ha obligado a renegociar los contratos de exportación por menores volúmenes llevando al país a perder el mercado argentino, lo que se concretará a partir de mediados de 2024, además de disminuir significativamente su participación en las ventas al mercado de gas brasilero.

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En el caso de la producción de hidrocarburos líquidos, la caída es de -50% con relación a 2014 que fue el año de mayor producción; sin embargo, la mayor parte corresponde a condensado (líquido asociado al gas natural) ya que debido a la política de subvención a los combustibles vigente en Bolivia desde 2004, la exploración de campos petrolíferos ha sido mínima.

La caída en la producción de hidrocarburos líquidos es particularmente complicada para el país debido a que obliga a YPFB a importar cada vez más gasolina y diésel para satisfacer la demanda interna de un parque automotor creciente, atomizado y mal acostumbrado a la política de subvención.

La caída en la producción de hidrocarburos, la pérdida de mercados de exportación para el gas natural y el incremento del presupuesto para la subvención a los hidrocarburos tuvo un impacto negativo en el flujo neto de divisas para el país.

La política hidrocarburífera también tuvo como consecuencias la caída en la renta petrolera que beneficia principalmente a gobiernos departamentales, municipales, universidad pública y bonos sociales. Asimismo, ha puesto en evidencia los riesgos energéticos que puede tener el país en el mediano y largo plazo si no se revierte esta situación.

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