Sociedad

Es muy difícil ser boliviano siendo cruceño

Así lo dijo Carlos Valverde Bravo ayer, tras recibir el reconocimiento como Hijo Ilustre
de Santa Cruz de la Sierra, otorgado por el Concejo Municipal de la capital cruceña
durante el acto especial realizado para conmemorar el 436 aniversario de la fundación
de la ciudad.


“Creo que vivimos en dos líneas paralelas. El Estado y Santa Cruz tenemos caminos
paralelos, no nos juntamos, y tenemos que tratar de encontrar, en algún momento,
algún empate virtuoso entre ellos y nosotros”, remarcó también Valverde en un breve
discurso, presentado por él mismo como una reflexión necesaria y sincera sobre lo que
está ocurriendo en Santa Cruz y en Bolivia.


Compartimos a continuación, en su integridad, las palabras dichas por Valverde en el
acto celebrado en la Quinta Municipal, en presencia de autoridades departamentales y
municipales, tanto de instituciones públicas como privadas.


En el acto también fueron distinguidas con Menciones Municipales especiales una
veintena de personas e instituciones destacadas por sus servicios y trayectorias en
distintas áreas: cultural, educativa, profesional, empresarial y deportiva.

Agradecimiento y reflexión en Distinción Hijo Ilustre – Concejo Municipal
Carlos Federico Valverde Bravo

Señora presidenta (del Concejo Municipal), ingeniera Gabriela Garzón Cruz; concejales;
señor alcalde y amigo Jhonny (Fernández); señoras, señores:
Agradezco sinceramente la distinción que se me hace. Estoy gratamente sorprendido.
Debo decir que uno no hace lo que hace pensando en ganar premios o distinciones,
pero si alguno llega, se lo recibe con mucho agrado, más si es esta distinción.


Conmemoramos la Fundación de Santa Cruz de la Sierra, ese sueño de Nufrio de
Chávez que se hizo realidad allá, en Chiquitos, lejos de todos lados y cerca de ninguno.
Más tarde, 264 años después, participamos como cruceños libres de definir nuestro
destino, en la fundación de la República, porque los patriotas entendieron que ese era
el camino correcto; esto, por supuesto, más allá de las discusiones o miradas desde el
hoy.


A 463 años del día uno de la fundación constato con pena, y creo que puedo afirmar,
sin temor a equivocarme, que es muy difícil ser boliviano siendo cruceño.
Lo voy a fundamentar en tres hechos históricos:

  1. Entrado el Siglo XX, desde este departamento se denunciaba que el gobierno
    impedía que Santa Cruz exporte ganado vacuno en pie, sabiéndose que era la única
    manera de hacer negocios ganaderos (imposible pensar, en ese tiempo, en carne
    fresca o congelada). Este tema, de alguna manera, se repite hoy, porque la exportación
    de ganado, azúcares y agroindustrial no es liberada a plenitud. Evidentemente, no
    cambió mucho, solo cambian los modos, el espíritu se mantiene.
  2. Santa Cruz, desde finales del siglo XIX, realizó una serie de proyectos para tener
    agua potable y alcantarillado; acabar con las enfermedades era el principal objetivo.
    Desde las alturas, un diputado argumentó que queríamos agua para separarnos.
    Cuando en los años 20 el Partido Regionalista-Orientalista reclamaba la llegada del
    ferrocarril para unir por esa vía a esta parte del país, dijeron que Santa Cruz sería otro
    Panamá. ¿Tren y agua? Era mucho… el tren llegó en los años 50, sólo hacia el
    extranjero, nunca con los valles y desde ahí al Ande. Agua tuvimos en buenas
    condiciones, unos 40 años después y por iniciativa propia. Hoy tenemos la más grande
    cooperativa de agua potable del mundo, reconocida por los organismos
    internacionales. Lamentablemente, no por el resto de los bolivianos.
  3. Hoy, 2024: el ministro de Economía del gobierno del presidente Arce, apenas
    terminadas las negociaciones con los empresarios y tras hablar de la simplificación de
    trámites para las exportaciones, sostuvo que preveía un incremento de 500 mil
    millones de dólares por la libre exportación de harina integral de soya y aceites, crudo
    y refinado, también de soya, además de arroz y sorgo. No incluía azúcar ni carnes, que
    también se producen en demasía y básicamente en Santa Cruz.
    Con esa declaración, el ministro nos dejó en claro lo que ya sabíamos: que, por
    caprichos políticos y geopolíticos, el país perdió en la gestión de Arce unos 1.500
    millones de dólares en exportaciones, porque el gobierno no quiere potenciar a Santa
    Cruz. El Estado debe, además, 700 millones de dólares a productores cruceños por no
    haber efectuado la devolución de los Cedeims desde hace al menos cinco años. Es
    decir que el Estado dejó de ingresar 1.500 millones de dólares o la circulación de unos
    2.200 millones de dólares, solo porque se generan en Santa Cruz. ¡Y ahora el país grita
    por la falta de dólares!
    Recordemos también que el mismo Estado fue deudor, durante 26 años, de las regalías
    petroleras. Me queda claro que es muy difícil ser boliviano siendo cruceño.
    Yo sostengo que nuestros proyectos, los planes locales, van mucho más allá de lo que
    quiere el Estado o sus gobiernos para con nosotros.
    Yo creo que vivimos en dos líneas paralelas. El Estado y Santa Cruz tenemos caminos
    paralelos, no nos juntamos, y tenemos que tratar de encontrar, en algún momento,
    algún empate virtuoso entre ellos y nosotros.
    El gobierno y nosotros necesitamos empatar: nosotros, con nuestras ideas, nuestra
    idea o ideología de vida, nuestros sueños y realizaciones; y el gobierno con sus

inquinas, sus visiones e ideologías. Ambos somos parte del mismo territorio, pero ellos
manejan el Estado nacional y tienen una mirada de país que no es la nuestra, no es
nuestro modelo… por eso vamos paralelos y necesitamos desenredar esto.
Y hay que hacerlo ya. Nosotros para seguir viviendo como nacimos y crecimos,
produciendo, soñando, arriesgándonos hasta más de la cuenta, buscando nuestro El
Dorado; y que ellos vivan como ellos viven o pretenden vivir. Podemos hacerlo,
podemos vivir así, siempre, sin hacernos ningún problema, sin causarnos ningún daño,
encontrándonos alguna vez para sacar cuentas de cómo nos está yendo a cada uno.
Es necesario que ellos, los centralistas, el andino centrismo y el gobierno, entiendan
que nosotros tenemos nuestro desarrollo y nuestro modelo, nuestras formas de hacer
las cosas. Nosotros estamos pensando en nuestra metropolitana Santa Cruz; y el
gobierno, desde su relato, sigue pensando en el ayllu como solución a sus problemas.
A lo mejor les sirve, pero no es para nosotros. Si creen que exagero, escuchen al
vicepresidente plantear el retorno al ayllu y a la ancestralidad para combatir el
calentamiento global…


Nosotros y ese modelo, con ese proyecto, no tenemos nada en común, nunca lo
tuvimos y, por tanto, es difícil entender o saber cómo romper o superar obstáculos, si
no partimos del reconocimiento de que vivimos montados en dos líneas paralelas. Si
no nos planteamos los temas mirándonos y diciéndonos la verdad, vamos a seguir en
problemas.


Si tenemos inteligencia podemos intentar vasos comunicantes. Si logramos establecer
lo que ambos lados queremos, ganamos todos. Nosotros tenemos un proyecto
cruceño que es bueno.


Hacia adentro, es solo cuestión de ajustar y reducir asimetrías sociales y económicas,
como las tienen todos los países en desarrollo Nada es totalmente como las élites
quieren hacer ver. Santa Cruz no es una isla ni la panacea, simplemente estamos mejor
y los datos lo demuestran, pero hay que ajustar. Porque aquí todavía hay posibilidades
de soñar y desear más.


Los números están mostrando una ciudad pujante, de iniciativas y, en algunos lugares,
rica, pero también miserias. Las miserias llegan de la mano de gente con esperanza,
desde otras provincias y departamentos, pero también están naciendo aquí, en la
ciudad. Y hay que atenderlos a todos. No es exageración lo que digo. Esa es tarea para
los próximos años.


A nivel departamental, porque los capitalinos somos departamento también, los
planes están en la metropolización y el impuso de las potencialidades macro regionales
que andan a buen paso. A nivel ciudad, nos atropella la necesidad y nos pierden los
desarrollismos que no llevan a ningún lado.


Hace rato la ciudad se dibuja a sí misma y andamos tras de ella con promesas de
grandes obras, sin entender que lo que hace a una ciudad es el satisfacer las

necesidades básicas y lo cotidiano de parte de sus autoridades. Las grandes obras
sirven, pero estas llegan solo si se necesitan imperiosamente o están en el día a día. Así
se hace ciudad y se construye ciudadanía.


Ya acabo. Decir simplemente que creo en Santa Cruz, por encima de todas las cosas.
Como digo siempre, Santa Cruz es mi patria y Bolivia es mi país. Y aseguro que si no
somos capaces de asumirlo y decirlo, estamos mintiéndonos a nosotros mismos y así
nada vale tanto la pena.


Feliz día, Santa Cruz de la Sierra.