Bolivia no está preparada para contener la crisis del Covid-19, que se complicará los próximos días. No fue por falta de advertencia, dice el personal de Terapia Intensiva. Ni por falta de propuestas técnicas para enfrentarla. Consideran que los 465 decesos confirmados oficialmente por el nuevo coronavirus a nivel nacional el domingo último, es una cifra subestimada de la realidad.
La situación se ha vuelto insostenible para el personal de salud que trabaja en primera línea para combatir al COVID-19 en Bolivia. A 70 días de haber presentado al entonces ministro de Salud, Aníbal Cruz, una propuesta técnica para preparar al sistema y que éste tenga la capacidad de controlar la crisis, nada ha cambiado, afirman todos los profesionales y auxiliares de Terapia Intensiva en el documento que presentarán hoy a la nueva titular de Salud, Eidy Roca.
No hay suficientes camas, equipamientos, insumos, medicamentos, ni personal necesario para la atención de pacientes críticos por COVID-19. Ya no eran suficientes antes de que la pandemia llegara a Bolivia, como se encargaron de darle a conocer al ministro Cruz, el 24 de marzo pasado, las Sociedades Bolivianas de Medicina Crítica y Terapia Intensiva, Salud Pública, Infectología, Medicina Interna, Neumología, Pediatría, Oftalmología, Otorrinolaringología y de Nefrología, el Comité Científico del Colegio Médico de La Paz y el Comité Operativo de Emergencias de la Universidad Mayor de San Andrés.
En esa oportunidad, todas las instituciones citadas enviaron un plan de acción a Cruz, en el que se brindaban como colaboradores para dar el asesoramiento técnico frente a la ya prevista emergencia por la pandemia.
A ese primer plan, los profesionales médicos añadieron luego otra propuesta técnica al ministro de Salud, incorporando los hallazgos logrados en el estudio de capacidades instaladas para la atención de pacientes críticos de COVID-19, realizado por la Sociedad Boliviana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva. La investigación se realizó entre el 19 y 26 de marzo y constató que, entre otras carencias marcadas en TI, estaba la del bajo número de intensivistas, camas y respiradores UTI. “No llegamos al 50% de lo que el país necesita en realidad”, considerando la población de casi once millones de habitantes.
Esta complementación de los profesionales médicos fue presentada al ministro Cruz el 29 de marzo, con la premura que obligaba la coyuntura y las experiencias vistas en muchos de los otros países a los que la pandemia llegó antes.
Setentas días después, nada menos que luego de tres cambios de ministros de Salud y de muchas promesas del gobierno, “el número de camas de Terapia Intensiva no varió de forma significativa en el país”, dice el documento a ser presentado este martes.
Con un agravante, añade el documento: el personal de Terapia Intensiva está trabajando sin contar con equipos adecuados y suficientes de protección, lo que ha provocado que muchos sufran la enfermedad, sin que exista quiénes los reemplacen en sus funciones.
Subestimando cifras
Otra preocupación expuesta en el pronunciamiento del personal de salud de UTI apunta a las cifras oficiales que, noche tras noche, presenta el Ministerio de Salud sobre los casos confirmados, casos nuevos en las últimas 24 horas, el número de pacientes recuperados y el de fallecidos por COVID-19.
De acuerdo al personal de las UTI, estas no están reflejando la realidad. Solo por citar un caso, el de los muertos: oficialmente se informó de 465 decesos en todo el país al domingo 7 de junio, una cifra que no condice con el 5% del total de casos confirmados; un porcentaje promedio de pacientes críticos, señalado por la OMS y visto en varios países.
“Considerando que a la fecha los casos positivos confirmados fueron 13.643, al menos 682 de estos deberían haber requerido de atención en las UTI. Muchos no lo hicieron, simplemente porque no pudieron acceder a una cama en Terapia Intensiva, porque las unidades están colapsadas, sobre todo en los departamentos de Santa Cruz y Beni”, detalla el pronunciamiento.
Conclusiones y demandas
Dada la actual coyuntura, la gravedad de la crisis que se avecina en los próximos días por el impacto de la pandemia en el país y, en especial, la imposibilidad de tener oídas en las autoridades de gobierno para encontrar soluciones adecuadas, con la participación de los que entienden la situación y conocen la realidad de cerca, tres instituciones del sector salud se reunieron el domingo último y acordaron presentar un manifiesto público.
Las Sociedades Bolivianas de Medicina Crítica y Terapia Intensiva, y de Enfermeras en Medicina Crítica y Terapia Intensiva, así como el Colegio Boliviano de Fisioterapia y Kinesiología, sintetizan en diez puntos sus demandas.
El primero es la declaratoria de emergencia de médicos intensivistas, médicos residentes, enfermeras especialistas en TI, auxiliares de enfermería, kinesiólogos respiratorios, nutricionistas, bioquímicos y farmacéuticos de todo el país “ante el inminente avance de la pandemia en todo el territorio nacional”.
Segundo, reclamar la falta de atención a las solicitudes y recomendaciones hechas por la SBMCTI, que solo buscaba aportar con soluciones a la falta de recursos humanos y equipos.
Tercero, reclamar el incumplimiento de anuncios oficiales sobre el aumento de camas y de equipos para las UTI destinadas a atender a los pacientes críticos de COVID-19.
Cuarto, demandar estabilidad laboral para el personal que trabaja en Terapia Intensiva, evitando las contrataciones temporales por tres meses, el pago de salarios incluso por debajo del mínimo salarial y la no incorporación a la Ley General del Trabajo.
Quinto, exigir la inmediata dotación de elementos imprescindibles para un manejo adecuado de pacientes críticos. Hoy el personal carece de equipos de protección, pruebas de diagnóstico, medicación, exámenes complementarios de laboratorio y diagnóstico por imagen, oxígeno, monitores, gasómetros, ventiladores mecánicos, hemodializadores, etc. Todo esto pone en mayor riesgo al paciente crítico. “El personal no asumirá responsabilidad por las complicaciones del paciente crítico, emanadas de esos déficits”.
Sexto, cumplimiento del compromiso oficial de hacer pruebas de diagnóstico a todo el personal que está en primera línea del combate al COVID-19. No lo han hecho hasta hoy.
Séptimo, condenar a los partidos políticos y a las personas inescrupulosas que politizan las demandas del personal de salud, sin respetar el dolor de los pacientes y el de quienes están perdiendo a sus familiares por el virus. “Esos son corresponsables de la situación”.
Octavo, pedir a toda la población apoyar la lucha del personal de salud por mejorar las condiciones de un sistema sanitario precario, olvidado y menospreciado en los últimos 14 años del gobierno anterior. La prueba de esa desatención está en las carencias vistas hoy.
Noveno, lamentar las muertes que se están registrando en el país “no por la enfermedad, sino por la falta de acceso a una cama en Terapia Intensiva”. Hay muchos testimonios de ello.
Décimo, reiterar la voluntad del personal de salud de Terapia Intensiva de dialogar y de aportar soluciones a los graves problemas que está provocando la pandemia, a pesar de la falta de oídos, de gestión y de escenarios de discusión de los temas expuestos por parte de las autoridades de Salud, en particular, y del gobierno, en general.
Santa Cruz de la Sierra, 9 de junio de 2020