- Ve en la ley contra ganancias ilícitas un nuevo instrumento del MAS para reprimir a quienes disienten con el actual gobierno central y no así para luchar contra el narcotráfico y otros ilícitos. Una ley que amenaza derechos y garantías también de sectores populares “que aman el mercado”, tienen bien afianzado el “chip comercial”, y están dando muestras de no estar dispuestos a perderlos.
Una de las primeras preguntas a responder es, ¿Luis Arce es presidente de Bolivia o solo un delegado presidencial?, dispara Carlos Toranzo, economista e investigador boliviano, en esta conversación sostenida hoy con la periodista Maggy Talavera. La pregunta no es casual. Para Toranzo, Arce está dando muestras de haber llegado al gobierno solo para consolidar lo que no pudo el expresidente Evo Morales. “Está haciendo de todo para encumbrar a Morales”, repitiendo un libreto ya ejecutado por otros países que han resultado en Estados fallidos, como Venezuela y Nicaragua, acota.
Fallidos en lo económico y no democráticos en lo institucional, añade Toranzo, al observar cómo el actual gobierno del MAS está usando “a plenitud la violencia desde el Estado”, no solo a través de mecanismos de cooptación de organizaciones y liderazgos sindicales, corporativos y otros de la sociedad civil, sino también de la violencia de palabra y de hecho. Hay una violencia discursiva que va en aumento, acompañada también de actos violentos que se alimentan de los conflictos alentados desde el mismo partido de gobierno, dice Toranzo al recordar que “al MAS le conviene siempre el conflicto”.
No solo porque el MAS gana con la violencia, observa, sino porque le permite también distraer la atención de la ciudadanía y ocultar los grandes y graves problemas que enfrenta hoy la mayor parte de la población boliviana. Entre otros, el impacto provocado por la pandemia del COVID-19 en la salud, la economía y la educación. Y detalla: solo ha logrado cubrir con la vacuna contra el COVID a un 27 por ciento de la población; no logró dar respuesta al drama que aun vive la mayoría de los escolares, obligados a las aulas virtuales sin tener acceso a Internet; tampoco dice qué hará para frenar el desempleo que llegó al 80 por ciento o para dar una perspectiva de futuro a la población más joven, entre ellos cientos de miles de graduados que están saliendo de la universidad “sin perspectivas de trabajo”.
Unos problemas no expuestos por el gobierno central, cuyos voceros más bien aseguran que pese a la pandemia sanitaria “la economía va bien” en Bolivia, y ya están recurriendo para respaldar lo dicho a anuncios anticipados de organismos internacionales que vaticinan para este año un crecimiento económico mayor en el país. Claro, dice Toranzo, están haciendo una comparación de datos con una economía que cayó considerablemente en los últimos años, luego del boom económico del que se benefició el primer gobierno del MAS, y no con las cifras reales del mejor ciclo económico vivido por Bolivia hasta antes de 2016.
La muestra más real de que las cosas no van bien en Bolivia es, precisamente, el nivel de conflictividad que vive hoy el país. Alentado por el partido de gobierno, sí, pero también fruto de las tareas no cumplidas por el gobierno central, agrega Toranzo. “El MAS no ha hecho nada para atender y resolver los problemas que enfrenta el campesinado boliviano”; tampoco, para integrar al país y consolidar lo que manda la Constitución, la interculturalidad. Por el contrario, observa, “el MAS tiene un discurso monocultural aymara” que pone, además, en práctica, como lo demuestra al ignorar a los pueblos indígenas del Oriente, Chaco y Amazonia.
Eso, solo por citar algunos ejemplos, sigue Toranzo, al retomar el tema no solo de las actuales leyes sobre ganancias ilícitas, a las que el MAS ha añadido el financiamiento del terrorismo y de la “proliferación de armas de destrucción masiva y usos no convencionales”, sino también al paquete de leyes y normas que ponen en duda la seguridad jurídica, desestabilizan la institucionalidad y restan transparencia en el manejo del Estado. Todo un combo cuyo efecto se siente también en el área de las inversiones nacionales y extranjeras. “Una inseguridad jurídica que paraliza la inversión, nada menos que la base principal que apalanca el desarrollo”, dice Toranzo.
Venezuela, Nicaragua y más recientemente Argentina y ahora Perú han vivido y están viviendo el efecto de esa inseguridad jurídica, recuerda Toranzo, al referirse a noticias que dan cuenta de la decisión de varias empresas internacionales de abandonar esos países, de retirar sus capitales e inversiones, precisamente por la falta de garantías y estabilidad o transparencia institucional.
En el caso específico de las leyes sobre ganancias ilícitas, el problema es aun mayor porque deja en la incertidumbre a los sectores populares del país, en su gran mayoría parte del 80 por ciento de la informalidad que caracteriza a las actividades comerciales en Bolivia. Estamos hablando de sectores o actores populares “que aman el mercado”, que tienen bien incorporado el chip comercial, que viven en la lógica comercial, buscando no solo vivir bien, sino vivir mejor, enfatiza Toranzo.
Afirma además que “se equivocan quienes que esas leyes son para luchar contra el narcotráfico y otros ilícitos similares”. Esas leyes “no irán contra el narcotráfico”, dice y asegura: “son para reprimir a quienes disienten del gobierno”. Un análisis en detalle de las leyes y sus anexos, ya elaborado por varios abogados especialistas en el tema, da cuenta de ello, al especificar al menos veinte observaciones puntuales a articulados que violan derechos y garantías constitucionales, dándole a la ASFI un poder de acción por encima de fiscales y jueces.
¿Cree que es posible un giro discursivo y de acción en el gobierno central, frente a este nuevo escenario de conflictividad?, le preguntamos a Toranzo. Y responde con un “no”. “Por supuesto que en un escenario como el actual, la concertación es el camino”, dice, “pero ésta no está en la agenda del gobierno central”. Un gobierno que no está gobernando para el pueblo, asegura, sino solo para asegurarse en el poder.
El escenario a corto y mediano plazo es preocupante, sin duda, reconoce Toranzo, pero cree que si bien hay “discursos y acciones violentas”, la sociedad civil volverá a reaccionar como ya lo hizo antes “para evitar extremos” como el de una guerra civil, a la que tanto invocan los movimientos afines al MAS. Para Toranzo, lo más importante frente a un escenario como el actual es “no caer en la provocación” a la que apuesta el MAS, evitar la violencia -“porque en la violencia gana el MAS”-, serenarse y tener la capacidad de salir de la coyuntura para mirar a largo plazo.
La conversación con Carlos Toranzo aborda también otros temas que hacen a la democracia en Bolivia, sus fortalezas y las amenazas que se ciernen sobre ella. Los invitamos a escuchar íntegramente la misma, a analizar, debatir y compartir.