Maggy Talavera
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Hoy más que nunca. O tal vez, como siempre. Estoy entre ambas y no sé cuál de estas dos breves frases se ajusta más y mejor al sentimiento que me embarga hoy, 10 de mayo, Día del Periodista en Bolivia. Tengo tanta pasión por mi oficio, que a veces se me complica el hablar sobre él, porque no puedo impedir el desborde de pensamientos y sentimientos que me llevan de un extremo a otro: del júbilo emborrachador que me provoca ser periodista, a la angustiante tristeza que se alimenta de la incertidumbre sobre si podré o no sobrevivir siendo apenas esto, periodista. Y libre, claro. Independiente, por supuesto.
Aquí sí vale el “hoy más que nunca”. Justo ahora, cuando un virus intruso amenaza contaminarlo todo, incluso esta extraordinaria experiencia de ser periodista. Todo está en la mira, en la lista para el inventario de lo que será capaz de sobrevivir al nuevo virus. Sí, incluso nosotros, los periodistas.
Innumerables debates se están desarrollando ya no solo sobre nuestro oficio, sino también sobre todas las profesiones, actividades y formas de vida existentes. La pandemia provocada por el coronavirus ha puesto en cuarentena todo, a todos, y está replanteando roles que los dábamos ya por hecho. Como los que hacemos los periodistas, a través de los diferentes medios de comunicación en los que trabajamos. De hecho, ha parado rotativas. Muchas, y en varias partes del mundo. Ha obligado cortes extraordinarios en los presupuestos de los vehículos de información.
De otro lado, datos levantados por investigadores de la información dan cuenta que la pandemia ha influido en el aumento considerable de las audiencias de los medios televisivos y digitales. Es el caso de la BBC de Londres que anunció a inicios de abril el aumento de su audiencia en un 24% con relación al mismo periodo del año pasado. O el aumento en 18% del acceso a los portales informativos en Estados Unidos durante la segunda semana de marzo, según un estudio de Comscore citado por Javier Martín en un cable de EFE, leído en Opinión.
Contrastes que no pueden dejar de lado la crisis que los diarios arrastran desde inicios de este siglo, y tampoco una tendencia hoy más marcada que favorece el crecimiento o por lo menos el fortalecimiento de los medios locales, menos aparatosos que los hasta hace poco muy poderosos grupos multimedios. Y claro que todo esto nos preocupa y afecta a los periodistas.
¿Sobreviviremos a esta nueva crisis? ¿Sucumbiremos a esta y tantas otras pandemias? Pandemias que llegan montadas en virus como el Covid-19, pero también en otros menos cercanos a los laboratorios y más próximos a otros males que emanan de los grupos de poder político y económicos. Solo por citar algunos.
Aquí tal vez cabe bien el “como siempre”. Como siempre, los periodistas frente a peligros y amenazas que llegan a ser parte del oficio. Unos y otros surgidos desde fuera del oficio, pero muchos también desde dentro. Y como siempre, los periodistas obligados a buscar la vía de escape, la tabla de salvación, el oxígeno para sobrevivir. Para seguir haciendo lo de siempre, buscar información, acercarse a la verdad y acercar ésta a la sociedad.
Vaya, no había habido misterio, pienso ahora: el camino de la salvación está frente a nosotros y noes otro que el de volver a los orígenes “para no perder el rumbo”, como leo en un titular a propósito de una banda musical. O recuperar la esencia del ser periodista. Simple.
Un retorno a los orígenes, a nuestra esencia, fáciles de encontrar si estamos en el oficio por vocación y no por moda, por convicción y no por interés mercantil. Porque como ya lo sabemos, la verdad no es moneda de cambio, aunque cueste dinero llegar a ella y, más aun, compartirla luego públicamente para bien de una sociedad que merece siempre estar bien informada.
Como coincidimos muchos periodistas que estamos en el oficio por vocación: no hay secreto para ser buen periodista. Solo tenemos que volver a nuestros orígenes y recuperar nuestra esencia.
Santa Cruz de la Sierra, 9 de mayo de 2020