Por Maggy Talavera (*)
Una mezcla de sensaciones me provoca este 212 aniversario del primer grito libertario de Santa Cruz. En cuestión de segundos paso de la alegría a la tristeza y del desaliento a un irrefrenable entusiasmo. Es como si colocara en una licuadora una a una las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas identificadas en un improvisado ejercicio FODA, propuesto en el afán de repensar Santa Cruz y en la necesidad de saber hacia dónde va, cuál el rumbo a seguir a partir de ahora, cuando ha dejado de ser periferia para ser centro vital de Bolivia. Centro no solo económico, sino también -y cada vez más- político.
Un salto dado a pesar del Estado, como queda en evidencia en un simple recorrido por su historia, que es también la historia del país y algo más. Un repaso histórico que alimenta esa mezcla de sensaciones, porque trae a la memoria tanto las heridas de las batallas perdidas a lo largo de más de dos siglos de vida republicana, como las glorias celebradas tras otras tantas batallas vencidas. De cabildo en cabildo, da incluso para añadir, tomando en cuenta que fue un cabildo el que marcó ese 24 de septiembre de 1810 y tantos otros los que han ido consolidando victorias y avances en la gran batalla por las libertades, que parece no tener fin, como lo demuestra otro cabildo convocado para el próximo viernes.
¿Qué pasará esta vez, cuál será el desenlace y cómo impactará en el departamento y en el país? Difícil preverlo, sobre todo en tiempos tan cambiantes como los que vivimos hoy, marcados por el pragmatismo desbordado de quienes tienen en sus manos el poder de decisión en los asuntos públicos. Y no solo en éstos, habrá que añadir luego de repasar la actuación de muchos otros actores que se mueven en el sector privado, pero que operan bajo la sombra de los primeros para atender intereses personalísimos, al margen de lo que se considera bien colectivo. La pelea por el Censo 2023 así lo demuestra
Una lucha regional que aun no ha logrado trascender y sumar fuerzas a nivel nacional. Las razones son varias y muchas de ellas nos devuelven a los inicios de esta lucha centenaria que parece no tener fin y que obliga a detenernos un momento para reflexionar sobre lo que estamos haciendo, cómo estamos actuando, qué queremos lograr. Cuestionamientos que no se resuelven con una simple afirmación. Por ejemplo, “queremos Censo”. Por el contrario, exigen respuestas mucho más elaboradas, más profundas, que vayan más allá de la madre de todas las batallas, como la califican algunos, y que sean capaces de darnos pistas claras para poder atender con precisión a la interrogante ¿hacia dónde vamos?
Hacia dónde vamos como Santa Cruz país, ya no solo como Santa Cruz departamento, tal como hacen cuestión de subrayar los estudiosos de las estadísticas, luego de recoger en cifras el capital humano y económico acumulado por el departamento, el potencial que se evidencia en sus sectores productivos y recursos naturales, la capacidad para innovar y dar respuestas a las necesidades y problemas recurrentes. Cifras que necesitan salir de los informes escritos para ayudar a encontrar las respuestas apropiadas a una pregunta tan simple como la planteada desde el titular de esta columna.
Tal vez sea hora de reeditar un proceso de reflexión colectiva como lo fueron, por citar un ejemplo, las Jornadas Santa Cruz 2000, impulsadas por el Comité pro Santa Cruz en la gestión del Dr. Carlos Dabdoub. Un proceso que vaya más allá de un simple e improvisado ejercicio FODA, y que ayude a delinear una nueva hoja de ruta para Santa Cruz país, con la incorporación de nuevos actores en un debate que no puede estar exento del obligado sinceramiento de las voces que hoy hablan en nombre de Santa Cruz.
(*) Publicado en El Deber y Los Tiempos, domingo 25 de septiembre de 2022