Por Maggy Talavera (*)
Esto se puede afirmar, sin temor a equívocos o a exageraciones, del Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana “Misiones de Chiquitos”: que es muchísimo más que solo un festival. Es decir, “un conjunto de actuaciones o representaciones dedicadas a un arte o a un artista que tienen lugar en un período determinado”, como reza una de las definiciones de la Real Academia Española. Las doce versiones ya realizadas en más de dos décadas, a la que se suma la décima tercera que se inició el viernes pasado en Santa Cruz de la Sierra, suman pruebas más que contundentes de que se trata de mucho más que apenas un festival ocasional, muchísimo más que solo de un conjunto de actuaciones.
En casi treinta años de trabajo persistente y no pocas veces contracorriente, la Asociación Pro Arte y Cultura (APAC) ha logrado consolidar un proyecto de dimensiones extraordinarias que sobrepasan, con creces, los límites de una programación específica cualquiera. Se trata de uno de los proyectos más exitosos no solo en Santa Cruz, sino también, me atrevo a decir sin dudarlo, de Bolivia. ¿Saben por qué? Porque ha logrado avanzar, hasta ahora, en el logro de dos grandes y maravillosos objetivos: ayudar a preservar un patrimonio histórico y cultural único en el mundo, como es el legado musical y arquitectónico que sigue vivo en las Misiones de Chiquitos (reconocidas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad); y dar opciones de vida, estudio y desarrollo a los niños, jóvenes y adultos que la Chiquitania.
Por supuesto que son logros conquistados en alianza con actores e instituciones nacionales y extranjeros (entre estos últimos, particularmente de Alemania, Suiza y Polonia), que se han enamorado del proyecto y apuestan por él incondicionalmente. Aunque hay que darles un destaque especial y muy merecido a los propios chiquitanos, guardianes del Patrimonio y entusiastas animadores de la cultura y música misional de Chiquitos, a los que cada Festival les llega como el mejor acontecimiento del año. Esta XIII versión no es una excepción, como lo han demostrado en la etapa previa de organización, más aún después de haber tenido que lamentar la suspensión del mismo en 2021, debido a la pandemia del COVID-19.
¡Imagínense si no hay motivo para celebrar a lo grande! Esta décima tercera versión del Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana “Misiones de Chiquitos” está congregando a más de mil músicos, integrantes de 48 grupos de 16 países, que durante diez días ofrecerán 132 conciertos y presentarán 8 grandes co-producciones en 14 sedes diferentes, entre las que figuran, por supuesto, los pueblos chiquitanos de San Javier, Concepción, San Ignacio de Velasco, Santa Ana, San Rafael, San Miguel, Roboré, San José y Santiago de Chiquitos; además de la capital cruceña, Santa Cruz de la Sierra, y otros municipios que, a cada festival, sueñan y logran ser parte del mismo, como Porongo, Cotoca, Pailón y San Julián.
Viéndolo así, parece que fuera solo un tema de números, de cifras. Pero, ¿pueden imaginar cuántas vidas, experiencias, conocimiento, sueños, talento hay en cada uno de esos más de mil músicos que nos estarán regalando música e historia en estos diez días? Que lo diga el padre Piotr Nawrot, director artístico del Festival, o el maestro Rubén Darío Suárez Arana, que también lo vive de cerca, o cada uno de los integrantes de APAC, sea del actual directorio presidido por Percy Añez Castedo o de los anteriores que supieron sostener bien los pilares sobre los cuales sigue edificándose o realizándose este gran sueño.
No puedo contener mi entusiasmo frente a tanta belleza, magia y encanto que se sucede hoy otra vez. Un oasis en medio del desierto, podría decirse, si nos detenemos un ratito para mirar lo que sucede a nuestro alrededor, lo que se desprende de las noticias que vemos a diario… ojalá muchos más puedan contagiarse de este entusiasmo y sepan aprovechar algo o todo el menú que ofrece este XIII Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana “Misiones de Chiquitos”.
(*) Publicado en El Deber y Los Tiempos, domingo 24 de abril de 2022