Por Alicia Tejada.
¡Un millón y medio de hectáreas de monte habitadas por millones de animalitos ya han sido quemadas por empresarios, campesinos e indígenas, según los datos de ABT! Y para este año. La superficie de un TIPNIS y medio ha perecido trágicamente entre llamas, para que tengamos una idea de la factura de este año.
Las condiciones de los humanos que habitan comunidades rurales en estos escombros humeantes, van de mal en peor también; todos sabemos que nunca llegó el desarrollo con el fuego ¿A quiénes benefician en realidad los incendios? ¿Por qué se legalizaron?.¿Por qué crímenes de semejante magnitud pueden ser legales con el silencio cómplice de los 3 niveles de gobierno!?
La sanción legal para los delincuentes es cárcel por 3 a 4 años, o lo que es lo mismo, ni un día de cárcel y una multa irrisoria, ambas penalidades son la vía libre para las quemas, aparte de la ley del 2015 exclusivamente hecha para legalizar a los delincuentes que quemen en propiedades de 20 hectáreas, porque si «no es quemando, de qué van a vivir» -«los pobres»- agregaré para darles el pasaporte a cualquier barbaridad.
A ello se suma gradualmente el infierno que se produjo en Beni y Pando al calor del desarrollismo y el copy paste del «modelo» cruceño que, siendo un mamotreto, hacía allá se expandió, como antes su hermano gemelo, el extractivismo minero, hacia acá, con el nombre de agro industria, y los mismos vicios. Somos expertos en copiarnos lo malo entre hermanos y allá fueron los «estudiosos» con sus aportes técnicos y los convencieron.
Nadie cree en los 3 niveles de gobierno ni en los políticos. Ninguno hizo nada nunca por impedir que estas tragedia tenga lugar ex ante; siempre llegan con aires de Teresa de Calcuta cuando ya el fuego no se puede controlar y sólo a dejar bagatelas a los bomberos, jóvenes a los que envían con una botella de agua en una mano -literal- y encima se sacan la foto o piden créditos ¡Ni un carro bombero hay en las áreas críticas! ¿Por qué nunca quisieron hacer este tipo de inversiones y a quién benefician con ello? ¿Se ha hecho usted esa pregunta? Ni los autores, ni los levantamanos de las leyes incendiarias tomaron esa previsión, conociendo lo que iban a provocar.
Nadie, cree ya que sea posible resolver nada; a parte de una exclamación colectiva y unos consejos repetidos y financiados, de haga esto o aquello, la fuerza de la costumbre se ha impuesto.