Gary Antonio Rodríguez Álvarez (*)
¡Lo único que faltaba! Los contrabandistas de autos no solo se dan el lujo de tener una Asociación de Propietarios de Vehículos Indocumentados, sino que ahora hasta tienen una canción para jactarse de su delito: “Chutero soy”.
La Red Unitel transmitió recientemente el reportaje “Chutero soy – Cultura de un negocio ilegal”, desnudando la problemática de los autos chutos (15.08.2021).
Pero, ¿de dónde sale exactamente el denominativo de “auto chuto”? Corría el año 2005 cuando el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) entregó en acto público con la Cámara Nacional de Industrias (CNI), en La Paz, la investigación titulada “El contrabando en Bolivia: Una visión heterodoxa”. En tal oportunidad, el Lic. Alfonso Kreidler Guillaux (QDDG), uno de los autores del libro, se refirió a los vehículos indocumentados como “autos chutos”, llamando la atención de la prensa paceña que pidió una explicación sobre lo que significaba dicho término. Generoso como fue en vida el Lic. Kreidler -asesor general del IBCE por ese entonces- procedió a explicar su significado, feliz de socializar un dicho oriental que hasta entonces era desconocido en el altiplano.
Quienes vivimos en Santa Cruz sabemos que “chuto” puede significar estar desnudo o desprovisto de alguna cosa, incompleto o falto de algo, de ahí que lo de “autos chutos” de Kreidler quería decir que “no tenían papeles” por ser de contrabando. Desde entonces, el uso del vocablo “autos chutos” se generalizó, reemplazando a su denominativo anterior de vehículos bárbaros (sin papeles).
Volviendo al reportaje televisivo respecto a la apología de esta ilícita actividad: “Seguiré chuteando por ti, mi amor; sigo trabajando por nuestro hogar, como buen chutero viajando estoy; por todos los caminos arriesgando, pase lo que pase, sin miedo, yo voy…”, dice la letra de la canción “Chutero soy”, interpretando el sentir de quienes están en la actividad de ingresar ilegalmente vehículos, burlando la custodia de las fronteras que según la Ley 1053 del 25 de abril de 2018 es responsabilidad del Ejército Nacional y la Policía Boliviana, no de la Aduana Nacional, pese a lo cual muchos insisten en reclamar “que la Aduana cuide las fronteras”.
En el indicado reportaje, el viceministro de Lucha contra el Contrabando asemeja la “cultura chutera” de ritos, modismos y canciones, con la de las mafias del narcotráfico, ya que al igual que ésta, aquella hace gala de su actividad, ostenta su poderío económico adquirido y desafía públicamente a las autoridades, afrentando el orden establecido y la seguridad del Estado.
“Las personas que son parte de este mundo también tienen sus rituales de fe, ellos se encomiendan a la Pachamama y a deidades como el Tata Sabaya para que su negocio sea fructífero, para que los agentes anti-contrabando no los atrapen en la frontera y para que lleguen hasta su destino”, indica el reportaje (algo parecido a los carteles de la droga que trabajan con la Santa Muerte).
A propósito de Sabaya, hay que recordar que en 2003 perdió la vida allí un miembro del Control Operativo Aduanero (COA), el teniente Samuel Encinas, de quien se dice fue ejecutado por los contrabandistas, estando a solo tres meses de jubilarse. Su cuerpo nunca fue hallado. Trascendió que había sido enterrado vivo, como un escarmiento o advertencia por parte de los contrabandistas. Unitel evidenció que como en esa región, en muchas otras zonas rojas como Caranavi, Palos Blancos, Patacamaya y Lahuachaca hay familias completas que viven de los contrabandistas de vehículos que los traen desde Chile.
Están bien organizados, tan bien, que hasta se expresan sin reparo alguno: “La Asociación de Propietarios de Vehículos Indocumentados (…) presentó este lunes ante la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) un anteproyecto de ley que busca legalizar más de 200.000 motorizados en todo el país, informó su representante Rubén Ferrufino” (“Dueños de vehículos chutos presentan anteproyecto de ley para legalizar 200.000 coches”, LA RAZÓN, 16.08.2021).
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
Santa Cruz, 25 de agosto de 2021