Esto sí es con carácter de emergencia.
Maggy Talavera / Periodista
A dos meses del primer anuncio oficial de la llegada del Covid-19 a Bolivia, las dudas son más que las certezas sobre cuántas personas están contagiadas, cuántas han logrado recuperarse y cómo, cuál es el número real de pacientes fallecidos, y con qué recursos cuentan los tres niveles de gobierno para enfrentar una pandemia global, como la OMS ya reconoció a fines de enero del presente año.
A las dudas se han ido añadiendo unas dosis cada vez mayores de incertidumbre y miedo, no solo por las cifras que aumentan a diario, según los reportes oficiales del Ministerio de Salud. En dos meses, los casos aumentaron de dos (los dos primeros reportados el 10 de marzo, uno en Oruro y otro en Santa Cruz, ambos de bolivianas llegadas de Italia) a 2.556 al 10 de mayo. Con una aclaración necesaria: son casos conocidos oficialmente, porque han llegado a consulta e internación, dada la gravedad de los pacientes.
La incertidumbre y el miedo están creciendo de manera exponencial, al igual que el virus, a causa también de la ausencia de una política de comunicación clara y precisa sobre los protocolos adoptados en Bolivia en el tratamiento de los pacientes, y por una evidente falta de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno: central, departamental y local. Basta lo ocurrido en las últimas horas en Santa Cruz de la Sierra, con la decisión de la Alcaldía de pedir la fabricación masiva de Ivermectina “como tratamiento de prevención”, a pesar de observaciones hechas por la Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnologías en Salud (Agemed). A esta confusión contribuye también el gremio médico, que no ha logrado ponerse de acuerdo sobre qué tipo de tratamiento aplicar en Bolivia.
Hoy urge ponerle freno a tanta confusión, antes del desborde de una ciudadanía apenas contenida por la cuarentena que rige en el país desde el 22 de marzo. Para lograrlo, las autoridades deben responder de inmediato las preguntas más recurrentes hasta ahora:
1 Cuál es el protocolo que se está aplicando para la detección y tratamiento de pacientes que han dado positivo al Covid-19. Este punto es central para que la ciudadanía despeje dudas sobre el uso de medicamentos en pacientes positivos.
2 Cómo han sido tratados los pacientes que lograron recuperarse de la enfermedad. En este punto, sin duda es fundamental conocer el perfil del paciente.
3 El nuevo virus continúa siendo una incógnita. En el caso de Bolivia, hay datos que contradicen las primeras conclusiones hechas en Asia y Europa: acá la población más afectada por el Covid-19 es joven, de entre 20 a 39 años. Muchos de los enfermos e incluso de los pacientes que han muerto no tenían enfermedades de base. ¿Hay nuevos informes sobre el comportamiento del Covid-19 en Bolivia?
4 Qué cuidados deben tomar los ciudadanos que se consideran negativos, más allá de las reglas básicas de higiene harto difundidas (lavado de manos con agua y jabón, uso de gel, uso de barbijo, distanciamiento social). Es decir, cuidados importantes en la alimentación y en ejercicios importantes para el fortalecimiento de los pulmones.
5 Transparencia en la información sobre capacidad real del Estado para realizar pruebas no solo a pacientes que están ya con síntomas y en estado avanzado de la enfermedad, sino también a todos los que han tenido contacto directo con los primeros, aun cuando no presenten síntomas. Que explique con claridad por qué no autoriza las pruebas rápidas, que pueden aliviar el trabajo sobresaturado de los pocos laboratorios habilitados para realizar las pruebas Covid-19.
6 Transparencia en la información sobre las donaciones recibidas y cómo están siendo distribuidas. El detalle debería estar colgado en los portales oficiales, y actualizado.
7 Transparencia en los procesos de compra de equipos, insumos, medicamentos, etc., que se están realizando con carácter urgente y de excepción. Vale para los tres niveles de gobierno, sin excepción. Cómo se están distribuyendo esos equipos, insumos, remedios. También, cómo se están distribuyendo los nuevos ítems en salud, y en qué condiciones.
8 Un informe sobre las medidas de bioseguridad que se están aplicando para el personal que está combatiendo al virus desde primera fila: médicos, enfermeras, laboratoristas, personal de limpieza y choferes de los centros de salud, policías, bomberos y militares.
9 Un estudio honesto sobre cuáles son los riesgos que implica suspender la cuarentena en el país, detallando región por región. Esto implica, otra vez, sinceridad a la hora de detallar en qué condiciones está cada región para enfrentar al virus, según la proyección de contagios y la capacidad del sistema sanitario local para responder a la misma.
10 Respuestas oportunas, inmediatas y claras a cada duda que surja sobre el Covid-19 en Bolivia. Respuestas que no vienen en forma de decretos punitivos, como el último firmado ayer por la presidenta Jeanine Añez, sino de mensajes con datos ajustados a la realidad (el tema de la Ivermectina es apenas uno de ellos; otro es el de las pruebas PCR versus test rápidos; o el del precio de los tratamientos en los centros Covid-19 versus las clínicas privadas).
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