Por Maggy Talavera (*)
Alrededor de mil ochocientas cincuenta toneladas de basura es lo que genera Santa Cruz de la Sierra cada día, según datos compartidos hace unos días por la Fundación Amigarse durante la presentación de dos estudios relacionado con reciclaje y recicladores en la capital cruceña. De ese total de desechos de todo tipo, apenas 6,5 por ciento es reciclado. Un porcentaje ínfimo que se logra gracias, sobre todo, al trabajo de alrededor de dos mil recolectores agrupados en 36 organizaciones lideradas principalmente por mujeres.
Un dato que preocupa desde hace años a Amigarse por varios factores que van desde el nefasto impacto ambiental que provoca la acumulación y descomposición de la basura, a la absurda pérdida de oportunidades de negocios que ofrece el reciclaje de desechos. Lo bueno es que el tema no solo preocupa a quienes son parte de la Fundación Amigos de la Responsabilidad Social Empresarial, también los ocupa en tareas que ayuden a encontrar soluciones de fondo y acercarse cada vez más a una meta que sueñan para 2030: lograr el reciclaje de al menos 20 por ciento de los desechos generados por Santa Cruz de la Sierra.
Prueba de ello son precisamente los dos estudios presentados por Amigarse el miércoles pasado en un emotivo acto celebrado en el Hotel Cortez. El primero, para conocer mejor la realidad social y económica de los recolectores, pieza clave para lograr la meta soñada para 2030; y el segundo, para indagar de manera más detallada sobre una problemática soslayada hasta hoy, que incide en la calidad de vida y salud emocional de los recicladores como es el de la violencia de género, también presente en este sector.
Ambos estudios muy reveladores, como hizo cuestión de destacar Sisy Sevilla, una de los cinco investigadores responsables. Entre los datos preocupantes están los que hacen a la condición en la que trabajan los recolectores: 95% de las asociaciones que los agrupan no poseen un centro de acopio, carencia a la que se suma la falta de prácticas amigables por parte de los generadores de basura (vecinos, empresas, instituciones, etcétera). Todo eso relacionado a un tema de fondo: la ausencia de una visión más integral sobre lo que debe ser tratado como gestión de residuos, antes que como solo servicio de recojo de basura.
Pero no hay qué hacerle: los datos fríos ganan una dimensión distinta, ganan vida, cuando están acompañados de testimonios de quienes protagonizan la realidad que éso exhiben. Fue lo que sucedió el miércoles. Los testimonios compartidos por Evelia Caitú Monilna y Raúl Paucuara fueron vitales para darle fuerza a las cifras socioeconómicas expuestas por Sisy, y nos permitió conocer la rutina de una recolectora que inicia sus tareas a las cuatro de la mañana, recorre más de diez kilómetros por la ciudad en busca de desechos para reciclar, enfrenta calor o lluvia, aceras y calles maltrechas, basura mezclada y otras barreras a vencer para cobrar al final de la jornada un promedio de ochenta boivianos.
Una rutina difícil que no acaba con los pies cansados, las caderas y espalda adoloridas, sino que continúa luego con la dificultad de encontrar un centro de acopio, lograr un pago justo y, de yapa, el descanso merecido al retornar a casa. Ahí también les toca enfrentar, no pocas veces, más dificultades que las sorteadas en la calle, como lo expone el estudio sobre violencia de género en el sector. Una evidencia que alcanza mayor peso si se toma en cuenta que la mayoría de los vícitimas de violencia es mujer y que la mayoría de las recolectores también es mujer -65,5 por ciento frente a un 35.5 por ciento de hombres.
Realidades que pueden y deben ser cambiadas, como se encargó de recordar otra vez una persona clave en esta apuesta de Amigarse, su fundador Heiver Andrade, para quien todo es posible, incuso reciclar sueños, uno tras otro. ¿Reciclar sueños, cómo es eso?, tal vez se pregunten algunos asombrados ante el parangón entre sueño y desecho. Es que un sueño también puede ser recuperado o transformado en algo mucho más útil, como es el hecho concreto, la materialización de lo imaginado, como lo ya visto con la Casa del Recolector o la aplicación Yo Reciclo impulsadas por Amigarse.
Sin duda, una capacidad extraordinaria esta de Heiver, contagiosa además, como lo dejan explícito los testimonios de Evelia y Raúl, dos poderosos recicladores de sueños que, a su vez, lograron en la jornada del miércoles contagiar a otros las ganas de seguir soñando, reciclando y realizando sueños de manera compartida, como hicieron cuestión de dejarlo por sentado la directora de Género de la Gobernación de Santa Cruz, Lidia Mayser, y el director de la Fundación Trabajo Empresa, René Salomón, este último socio incondicional y cómplice soñador de Amigarse. Ay, ojalá el contagio llegue también al gobierno local.
(*) Publicado en El Deber y Los Tiempos, domingo 18 de diciembre de 2022