Alfonso Cortez
Desde mi barbecho
Comunicador Social
En las últimas semanas, las calles y avenidas de las principales ciudades del país se han visto inundadas por letreros, carteles y gigantografías con propaganda de los distintos niveles de gobierno. Según una investigación de un matutino paceño, el gobierno central destinó, entre noviembre y diciembre de 2021, más de cinco millones de bolivianos solo para la difusión de publicidad en vallas en varios puntos del país y en mangas de acceso, de al menos, dos aeropuertos internacionales: Viru Viru y El Alto.
El rostro del presidente Arce —en gran tamaño—, es la imagen central de estas publicidades, que vienen acompañadas de mensajes que hacen referencia al primer año de gestión, a la compra de vacunas, al programa de vivienda social y algunos otros temas puntuales, en función del lugar donde están distribuidas las vallas.
Más allá de aspectos estrictamente comunicacionales, hay una clara intención de mejorar la imagen de un presidente con un perfil demasiado técnico, poco estridente, con un desgaste prematuro y que pareciera que no trabaja mucho, si se lo compara con el gran despliegue del expresidente Morales que, antes que permanecer reunido en gabinetes cerrados, le gustaba montarse en aviones, helicópteros y exponerse frente a las cámaras.
A nivel local, el alcalde Fernández “aparece hasta en la sopa”, diría Mafalda. Hay decenas de vallas mostrando que, supuestamente, está cumpliendo con lo que prometió en su campaña electoral: equipamientos en salud, bonos escolares, entre otros. No hay una sola actividad municipal en la que no se aproveche para exponer la imagen de la autoridad.
Esta política populista del manejo de la comunicación estatal, propagandística, de culto a la personalidad, que se naturalizó en el gobierno de Morales, parece que hizo escuela y contagió de mala manera —como un virus—, a los políticos que le sucedieron. En el extremo abusivo de esta nociva práctica, cabe recordar que la cara de Morales aparecía hasta en los envoltorios del refrigerio que distribuían las azafatas en los aviones de BOA, pareciera que todos están siguiendo esa misma y detestable línea de conducta.
El presidente Arce dice en sus vallas que “garantiza la vacuna para todos”. Me pregunto: ¿no es acaso esa su función?, ¿para qué lo hemos elegido?, ¿ocupa, circunstancialmente, ese cargo para cumplir y hacer cumplir la Constitución que protege y vela por la salud de todos?, ¿se justifica gastar el poco dinero público para construir una imagen y decir que se hace lo que todos esperan que el presidente haga?, ¿ese es su trabajo, o está ahí para otra cosa?
Si esta campaña propagandística la pagan de su bolsillo o de las arcas de sus partidos, nadie se puede oponer. Pero, gastar nuestra plata para hacernos creer que hacen lo que deben hacer, me parece una torpe arbitrariedad que se debe acabar. Dadas las delicadas circunstancias por la que todos atravesamos esta crisis económica, les exijo que inviertan mejor nuestros recursos. Hay muchas necesidades sociales básicas insatisfechas como para estar dilapidándolos. Si quieren cacarear sus logros, háganlo con sus sueldos. A pesar de todas las dificultades y aprietos, y tomando en cuenta el difícil entorno, creo que les estamos pagando bien y a tiempo.