Por Rafael Sagárnaga (*)
En menos de 17 años este grupo social creció tanto que equivale a las poblaciones de los departamentos de Tarija y Oruro. Son tantos que superan holgadamente a los habitantes que tienen Beni y Pando. Por sí solos bien podrían constituir la quinta ciudad más poblada de Bolivia. Y si añadimos a los miembros de sus núcleos familiares superarían por algunos miles a Santa Cruz, la ciudad con mayor población del país.
Se trata de los funcionarios públicos cuyo número hoy alcanza aproximadamente a 580 mil. Desde el año 2005, aumentaron a un promedio de 10 por ciento por año hasta conformar esa nada desdeñable ciudad imaginaria. Una ciudad, además, muy bien acomodada, con un aceptable, alto o, incluso, muy alto nivel de vida, según los estratos y jerarquías. De hecho, por ejemplo, en esta ciudad los sueldos se pagan siempre puntualmente y una buena parte de sus habitantes goza de otros ingresos adicionales.
Hay quienes, legalmente, cobran sueldos prácticamente sin trabajar y existen otros, apodados “fantasma”, cuyo único trabajo es cobrar sueldo. El resto no puede quejarse por falta de servicios, refrigerios, equipos u otras comodidades. Tal es así que en los últimos 10 años se les ha construido algunos de los más grandes y modernos edificios del país. En suma, en esta ciudad imaginaria todo va bien o, como dice uno de sus habitantes, “todo legal, todo blue”. Así bien podríamos llamarla “la ciudad blue”, “Blue city” o, mejor, “Blue Marka”, dada la región donde se asienta el grueso de sus habitantes.
La ciudad del consumo
Blue Marka tiene una población equivalente a Santa Cruz, sin embargo, hay entre ambas una marcada diferencia. Santa Cruz es el eje de productividad económica nacional y la generación de cerca del 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Mientras tanto, Blue Marka, la imaginaria ciudad de la burocracia y ramas anexas, vive de la creciente deuda externa que sufre Bolivia. La primera es el eje de la producción de más de 12 mil millones de dólares anuales. La segunda resulta uno de los principales factores por los que Bolivia ya ha acumulado una deuda de casi 12 mil millones de dólares.
Ninguna exageración. Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística, hasta 2020, las instituciones del aparato del Estado tenían 526.955 dependientes. Aunque no hubo más reportes precisos, las planillas salariales de los presupuestos generales registraron crecimientos coincidentes con la tasa promedio de los últimos 16 años: 10 por ciento anual. Es decir que, a estas alturas, Blue Marka probablemente tenga cerca de 580 mil habitantes.
Vivir de la deuda
Y pese al bajón económico que Bolivia registró en los últimos años no hubo recorte ni freno al respecto, ni siquiera los pomposamente anunciados. “Cuando anunciaron el Presupuesto General del Estado (PGE) 2021, dijeron que iban a reducir un 30 por ciento de la planilla —recuerda Miguel Roca, diputado de Comunidad Ciudadana—. Pero fue una mentira grosera mentira que lanzó el presidente Luis Arce y repitió su Ministro de Finanzas a la hora de defender el PGE en el Congreso. Pero no pasó nada, al año siguiente, la planilla estatal era mayor, la del 2022 es mayor a la de 2021”.
Dicho presupuesto trae un marcado agravante. Según el propio Roca, para 2022, los ingresos tributarios llegarán a cerca de 49 mil millones de bolivianos (casi 7.000 millones de dólares). Sin embargo, el gasto de la planilla estatal (sueldos y salarios más contribuciones a la seguridad social) supera los 51 mil millones. Vale decir que, si el aparato estatal fuese una empresa, se estaría gastando en sueldos más de lo que le ingresa a la empresa. En suma, Blue Marka mantiene su confortable funcionamiento con aproximadamente 7.200 millones de dólares, aunque más de 200 de esos millones deba conseguirlos prestados.
Préstamos para un país que se halla al borde de un inmanejable sobreendeudamiento. “¡El componente más grande del financiamiento del PGE 2022 es deuda! —señala en su columna de opinión titulada “El presupuesto del horror” el analista Antonio Saravia—. Así es, el 40 por ciento de los recursos que gastará el Gobierno este año viene de financiamiento interno o externo (más de lo primero que de lo segundo). Esto significa créditos de organismos multilaterales, préstamos del Banco Central, venta de bonos a las AFP y plata no usada de la gestión pasada”.
El PGE consolidado 2022 llega a 235.090 millones, es decir, cerca de 34.000 millones de dólares. Esto significa que casi el 23 por ciento de ese monto va en beneficio directo de los empleados del Estado. De ese total, un 20 por ciento, 6.499 millones de dólares va directamente a la partida de sueldos y salarios. Sin embargo, en Blue Marka hay sectores con mayores y menores privilegios y de mayor y menor justificación de sus ingresos.
“Nos gastamos alrededor de 18 millones de dólares al día solo en sueldos y salarios (25 millones de dólares por día laboral) —dice Saravia en su artículo—. El 34 por ciento de los 6.499 millones se va al magisterio (que ya sabemos es un nido de corrupción e incapacidad que mantiene nuestra educación presa en la mediocridad), 9 por ciento a salud, 6 por ciento a la Policía y 6 por ciento a las FFAA. El resto, más o menos el 50 por ciento, va para los burócratas que ocupan una silla en la administración pública que incluye a toda la gente que ocupa los 17 ministerios, 53 viceministerios y 200 entidades que dependen de esos 53 viceministerios”.
Los privilegiados
En la imaginaria Blue Marka, aquellos burócratas se hallarían en un estrato social mejor acomodado, aunque no el más acomodado precisamente. Según el analista Virginio Lema, la burocracia más pura la conforman cerca de 150 mil empleados públicos. Lema, desde su programa Bunker Digital, hizo reiteradas denuncias sobre excesos en el aparato estatal. Hasta el presente ninguna autoridad salió a desmentirlo.
“En 2020, gente de Presidencia nos pasó el siguiente dato —recuerda Lema—: Evo Morales tenía a su servicio exclusivo más de 130 personas. Tenía, por ejemplo, dos peluqueros con ítem, un entrenador de fútbol y, aparte, un preparador físico a su disposición. Tenía, para sus tres aviones y tres helicópteros, más pilotos que la aerolínea Amaszonas. Claro, los puestos eran camuflados distribuyéndolos en diferentes reparticiones. Después supimos que en el Gobierno de Jeanine Áñez esos ítems fueron mantenidos”.
Si las denuncias sobre ese tipo de excesos abundan en el Poder Ejecutivo, no escasean precisamente en el Legislativo. Un exsenador que ejerció un importante cargo confió a OH! un caso que en 2015 resultaba un secreto a voces en el Congreso: tras obtener una cartera directiva, uno de sus colegas contrató como asesora y secretaria a dos jovencitas que trabajaban en un conocido local nocturno.
“Otra fuente de empleo corrupto fueron los proyectos de ley —relata el exdiputado Amilcar Barral—. Deberían ser aprobados por una comisión o comité, pero como ya venían aprobados por el Gobierno, no hacía falta la comisión. A lo mucho se debía realizar el 5 por ciento del trabajo originalmente previsto. Se formaban comisiones de hasta 14 personas, con más de 50 mil bolivianos de presupuesto. También había gente con contratos eventuales habituada a recibir un porcentaje y a que el resto se lo lleven los parlamentarios”.
Roca por su parte resume el panorama global de la burocracia que colma el primer poder del Estado: “Los parlamentarios rasos no tenemos oficina, pero los administrativos que nos hacen una burocracia invivible, se llevan la mayor parte del presupuesto y ocupan dos tercios del espacio físico del nuevo edificio. Ridículo, ahí está la prebenda, el nepotismo, el clientelismo. Ahí viene la pelea por las directivas y el paso de bando. Las directivas tienen oficina, personal, vehículo, más ítems en la administración pública para los allegados”.
Trabajar un día al mes
Sin duda, en medio de los parlamentarios se puede descubrir también a quienes ocupan los barrios altos de Blue Marka. No sólo se hallan quienes acceden a un trato privilegiado por ocupar directivas. También surgen, por ejemplo, aquellos diputados que trabajan, por lo general, una vez al mes. Se trata de los diputados supraestatales, cuya labor ha denunciado infructuosamente Barral.
“Sesionan una vez al mes pues deben representar al país ante algunos foros internacionales —explica el exdiputado—. Pero estos foros se realizan cada tres meses y sólo dos, de los 18, supraestatales van como delegación. Es decir, se paga a 18 sin que prácticamente hagan nada. No se sabe de algún resultado específico que hayan logrado en tantos años ya”.
Cada diputado supraestatal percibe una dieta de 22 mil bolivianos mensuales. Cuando realizan los viajes de representación suelen tener viáticos que superan los 300 dólares diarios.
Al margen de las dietas y beneficios como parlamentarios, se ha calculado que implican un gasto de más de 960 mil bolivianos anuales por viáticos y gastos de representación.
La dieta presidencial
En los barrios top de Blue Marka también pueden ubicarse algunas dependencias del Poder Ejecutivo a las que se les descubrió llamativos beneficios. Documentos en mano, por ejemplo, Lema y Agustín Zambrana, coconductor del Bunker Digital, revelaron el costo de la dieta del Ministerio de la Presidencia. Allí se gasta diariamente 7.000 bolivianos, 356 mil anuales, en alimentación de los funcionarios de palacio. Considerando precios promedio, el monto alcanza para que aproximadamente 1.400 personas desayunen, almuercen y cenen en restaurantes populares.
Pero presidencia es presidencia y, no por nada, se le dotó hace ya tres años hasta de un iluminado edificio de 25 plantas. Quién sabe a cuántos funcionarios ya se halle albergando.
Sin embargo, no es la única dependencia gubernamental que llama la atención por sus presupuestos. Valga como ejemplo citar que el Ministerio de Gobierno cuenta con cuatro veces más recursos que todo el Poder Judicial.
Mientras el Órgano Judicial cuenta con algo más de 1.060 millones de bolivianos, por su parte, el Ministerio de Gobierno cuenta con un presupuesto de 4.117 millones. Ello en medio de una de las mayores crisis de la administración de justicia de las que se tenga memoria en el país.
Políticos caros
A las zonas privilegiadas de Blue Marka se suma un sector que geográficamente se halla distante, pero no libre de polémica por los excesos. “Hay 339 municipios y nueve gobernaciones que sumados albergan a cerca de 5.000 políticos —reflexiona Lema—. Todos ellos le cuestan al país más de 500 millones de dólares anuales. Ahí suman concejales, asambleístas, ejecutivos, ¿tiene sentido?”.
Así, la superpoblada Blue Marka se desenvuelve en medio de frecuentes denuncias de corrupción y derroche. Basta recordar que nuevamente, hace dos meses, estalló un caso tipo, de ítems fantasmas, esta vez en el municipio de Santa Cruz. Como hay casos tipo de compras irregulares de adquisiciones dolosas, nepotismo y desfalcos de diversa índole.
Hasta el presente todas las iniciativas que plantean una reducción de la burocracia en Bolivia fueron despreciadas y pasaron casi desapercibidas. “Nosotros presentamos dos propuestas que tuvieron una respuesta nula —dice Roca—. Lo peor es que se está pagando a un aparato burocrático gigantesco con deuda. Una deuda en medio de una deuda global que tras el inicio de la guerra en Europa enfrenta dos huecos tremendos: hidrocarburos y la harina de trigo. Todo este aparato estatal es la carne que alimenta al tigre que nos come todos los días. Es algo suicida”.
¿Habrá una racionalización de funcionarios públicos en los próximos años? ¿Se producirá una relocalización semejante a la de los 30 mil mineros que en 1986 debieron dejar los socavones? ¿Dónde se relocalizarían 50 mil exburócratas (el 30 por ciento previsto por Arce) en tiempos de ajuste de planillas laborales? ¿Quedará Blue Marka abandonada por miles de sus pobladores que debieron partir a aprender sembrar la tierra en algún lejano trópico?
(*) Publicado originalmente en Los Tiempos