Por Leticia Sáinz
Hacen unos años, una publicidad difundida por televisión comparaba la calidad del cuero de sus muebles con el “cuero” de una hermosa modelo. El mensaje era claro. Sexista y ofensivo. Su difusión duró mucho, pese a las críticas que voces femeninas y feministas se hicieron oir en reclamo.
Ciertamente, estas comparaciones se han reducido en los últimos tiempos y, hay que reconocer, han evolucionado mucho frente al contenido publicitario de anteriores décadas que colocaban a las mujeres como adornos, como objetos o como consumidoras de productos “de la casa”.
En enero de 2022, surgieron de nuevo. Esta vez promocionando la originalidad de repuestos de autos, que otorgan seguridad y calidad, frente a otros repuestos no originales o falsos “como abrazo de suegra”. Al mensaje, los locutores acompañan una risita satírica que no deja lugar a dudas.
Un segundo, de la misma empresa y mismo contenido, también hace alusión a la falsedad del supuesto cariño de las suegras.
¿Alguien controla el contenido publicitario?. No solamente cuando tienen estos excesos sino también cuando falsean los datos, muestran algo que no es o anuncian promociones que nunca se realizan.
Pero no son solamente algunas agencias publicitarias que lo hacen. El uso de los cuerpos no ha variado. El tan mentado almanaque de uno de los principales periódicos del país, se promociona también con curvas, retocadas pese a la esbeltez de la muchacha que seguramente adquiere alguna notoriedad.
No son mensajes inocentes y tampoco sus efectos. Llevan intrínseco el concepto de “objeto” y los objetos se compran, se venden, se desechan, se usan, se tiran.. y se matan.
El lenguaje, visual y oral, consolida conceptos, ideas, inclinaciones. Cuando nos preguntamos ¿cómo es posible que un fulano golpee con tanta brutalidad a “su mujer”, la respuesta no está solamente en su condición de violento, sino en el ejercicio de “su propiedad” que le da todos los derechos al uso y abuso.
Una forma inteligente de combatir la violencia en el hogar – ya sabemos que el lugar más inseguro para las mujeres no es la calle, es la casa – sería bueno por comenzar cambiando algunos de estos lenguajes: mi mujer, me la hizo, no me atiende, no me sirve.. entonces la golpeo, la abuso y la mato.