Columnistas Invitados

4 de mayo de 2008

Por Carlos Dabdoub Arrien

Hace 13 años, Santa Cruz fue convocado para votar en un Referéndum por el Estatuto Autonómico del Departamento, cumpliendo todas las normas jurídicas establecidas, incluyendo a la Corte Electoral y a la Corte Suprema de Justicia de aquellos tiempos.


Los abrumadores resultados de este plebiscito (85,6%) expresó la voluntad de una inmensa mayoría de ciudadanos que votaron soberanamente por un cambio trascendental en la vida institucional de Bolivia, para pasar de un estado centralista a un nuevo Estado social democrático y de derecho, que es la fuente inagotable de donde nace la autonomía.


El voto por el SÍ aquel 4 de mayo de 2008 expresó un sentimiento popular de esperanza por mayor prosperidad, donde el ser humano –sin exclusión ni confrontación alguna–, sea sujeto y objeto de un desarrollo armónico en todo el territorio departamental y por ende, del país.


El voto por el Sí, significó un fuerte blindaje para defender las libertades y garantías de las personas, precautelando la democracia frente a quienes intentaban reducirla a su más mínima expresión.


El voto por el SÍ fue el inicio de la construcción en unidad de las bases de un nuevo pensamiento político y social que dé respuestas a la crisis histórica de un Estado que nunca pudo conformarse, echando los cimientos de una sociedad moderna, que respete y proteja nuestra madre tierra, pero que también mire hacia arriba, como buscando el satélite, símbolo de una revolución del conocimiento, que no podemos eludir.


Este fue el verdadero sentido del voto soberano en este Referéndum.
Hoy, con la nueva gestión de Luís Fernando Camacho, avizoramos un nuevo ciclo de esperanzas y realizaciones en esta larga y sinuosa ruta de la autonomía. El mensaje del nuevo Gobernador nos impulsa a creer que avanzaremos. Luego, vendrán las grandes lides como el Pacto Fiscal y nuevas leyes autonómicas, entre otros.


Aplaudimos la firme decisión de Luis Fernando Camacho de reencaminar este proceso en aras de recuperar y profundizar la autonomía. En ello, está en juego nuestro futuro y nuestra descendencia. Llegó el momento de volver a escribir la historia y no simplemente el de comentarla o criticarla. En esto, no podemos perder, quienes habitamos en esta bendita tierra.