Por: Alfredo Zaconeta Torrico (*)
A lo largo de su historia, las paradojas fueron de la mano con las acciones políticas de nuestro país; la minería, obviamente, no fue la excepción.
La demanda de fundiciones para procesar el estaño producido en nuestras minas fue una consigna posterior revolución nacional de 1952, cuando gobernantes y trabajadores asumieron que de poco servía detentar la propiedad de las minas de estaño, si nuestro mineral se seguía fundiendo en el exterior. Tuvo que pasar 19 años para poder contar con la primera instalación de hornos en Vinto, en 1971.
La importancia de la historia manda a conocer de ella, para no repetir los errores; sin embargo, Evo Morales revirtió Huanuni a dominio del Estado – presionado por los enfrentamientos de octubre de 2006 – y tardó meses en comprender la lógica mencionada líneas arriba y revertir la fundición de Vinto estaño a dominio del Estado el 2007 y recién años después Vinto antimonio, el 2010.
La paradoja actual resulta en la contradicción que vive la Empresa Metalúrgica Vinto (EMV) que, en medio de una bonaza de precios altos – particularmente del estaño que, al 30 de abril de 2021, cotiza $us 14,60 la Libra Fina en el mercado internacional –, atraviesa su peor crisis desde su reversión.
Su primera crisis la registró el año 2008, cuando por la caída del precio del estaño, tuvo una pérdida de $us 17 millones. Ése mismo año, ya enfrentaba una deuda millonaria con la Empresa Minera Huanuni, por la entrega de concentrados de estaño.
En octubre de 2020, se confirmó que la deuda millonaria impaga de la Empresa Metalúrgica Vinto a operadores mineros: estatales, cooperativistas y otros, alcanzó a $us 83.2 millones.
Esta deuda es resultado de la mala política de administración de la EMV, aplicada principalmente por el bajo costo de tratamiento o “maquila” que cobra la fundidora a las empresas mineras Huanuni y Colquiri, desde el año 2007
Por el trabajo de maquila a la carga de Huanuni, se cobra $us 675 por el tratamiento de una Tonelada Métrica Neta (TMN), a Colquiri $us 660 por TMN; mientras que a las cooperativas mineras $us 882 por TMN; estas últimas sin recibir ningún incentivo, como bono de transporte, cantidad y calidad, preferencia que se hace a las dos estatales mineras.
Vinto mantuvo por más de una década estos costos de tratamiento de concentrados, hecho que generó una pérdida millonaria y falta de liquidez en sus arcas. También se conoció que, al corte realizado a enero de 2020, Vinto sólo disponía de $us 8,5 millones en caja y bancos.
Este panorama, ya complicado por la crisis minera, empeoró con la llegada del COVID–19, que disminuyó la producción y exportación de minerales de todos los sectores mineros, donde la metalúrgica estatal no quedó exenta.
Hay que recordar que esta crisis derivó en un acto suigéneris, cuando el 30 de junio de 2020, un grupo de mineros de Huanuni tomó la metalúrgica Vinto, exigiendo el pago de $us 39 millones por concepto de los concentrados de estaño entregados en la gestión 2019. En su descargo, Vinto aseguró que entre 2010 y 2020 subvencionó a Huanuni y Colquiri, debido a los bajos precios que pagaban por el costo de tratamiento de estaño, lo que desencadenó en la falta de liquidez de la metalúrgica. A esta medida se sumaron los mineros de Colquiri, quienes aseguraron que Vinto también les adeudaba $us 43 millones.
Lo cuestionable de este hecho fue el rol dirigencial de los sindicatos de Huanuni, Colquiri y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), que antes de plantear soluciones para no afectar a la metalúrgica, se redujeron a solicitar a Vinto que honre sus deudas, ya que, de no hacerlo, afectaba al “pago de salarios, bonos y doble aguinaldo”.
En 2019, la producción de Vinto fue de 11.517 Toneladas Métricas Finas (TMF), la misma que cayó en un 43% el 2020, con un volumen de 6.540 TMF. Esta situación sirvió de justificativo para que desde la administración de Vinto se disponga el retiro de 42 trabajadores, sin que la dirigencia sindical de la metalúrgica o la FSTMB tomen acción.
Para colmos de males, Colquiri dejó de vender concentrados de estaño a Vinto como consecuencia de las deudas impagas. La falta de venta de concentrados de estaño de Colquri a Vinto incide directamente en el 25% de la producción de estaño metálico de la metalúrgica, considerando las 3.500 TMF que, en promedio, entregaba anualmente Colquiri. De proseguir esto, la metalúrgica estará condenada a no cumplir sus metas en volúmenes de producción y de esta forma justificar la inversión de $us 39 MM, realizada en el horno Ausmelt, que tiene una capacidad instalada de tratamiento de 18.000 TMF/Año.
En días pasados, las cooperativas mineras estañiferas de La Paz solicitaron al gobierno, ser liberados del cumplimiento del art 173 de la Ley 535 (obligatoriedad de venta). El artículo en cuestión señala: “Los actores productivos mineros y los comercializadores ofrecerán obligatoriamente en venta sus minerales y concentrados de mineral, primero a las fundiciones o refinerías estatales y luego a las privadas en el territorio nacional, la que se formalizará de acuerdo a disponibilidad de tratamiento en tiempo oportuno, capacidad de tratamiento y mediante contratos de compra-venta que tengan en cuenta condiciones de competitividad y precio con referencia al mercado y oportunidades internacionales. La producción no vendida a dichas empresas podrá ser vendida o exportada libremente en el mercado internacional”.
En caso de ser atendido el pedido de los cooperativistas mineros, se estaría sentando un precedente para que otros operadores mineros soliciten exportar libremente estaño en calidad de concentrado, hecho que se constituiría en la estocada final contra la metalúrgica Vinto.
En este tema, el actual ministro de Minería y Metalurgia, Ramiro Villavicencio, no puede alegar desconocimiento, ya que desde 2009, hasta 2019, fue Gerente General de Vinto y por ende, conocía la situación en la cual recibió la metalúrgica, y en qué situación dejó la misma.
Fuimos el segundo productor mundial de estaño hasta 1930, previo a la segunda guerra mundial, cuando el país producía 46.000 TMF de estaño de las 200.000 TMF que se producía anualmente en el mundo. Nuestra producción disputaba el mercado mundial con Malasia e Indonesia. Hoy, esas son viejas loas y nuestra producción de estaño concentrado se reduce a 14.709 TMF, volumen logrado el 2020.
El estaño marcó el siglo XX de Bolivia. Hablar de estaño era hablar de Patiño y La Salvadora; de Revolución Nacional, dictaduras, luchas revolucionarias, relocalización y el 21060, pero sobre todo, de fundición y metalurgia como nuestra única industria minera básica.
La incapacidad de Comibol y Sergeomin para generar nuevas reservas de estaño nos reduce a seguir hablando de: Japo, Santa Fe, Morococala, Viloco, Colquiri o Huanuni como yacimientos de estaño.
Hasta años pasados, el estaño fue reemplazado en sus usos por aluminio, vidrios, plásticos y aceros libres de estaño; sin embargo, la nueva fiebre de minerales para lograr la industrialización 4.0 devuelve al estaño su valor, y su cotización lo revela, en medio de una crisis en los niveles de producción, oportunidad para devolverle la atención a este mineral en el país.
Alfredo Zaconeta Torrico es investigador del CEDLA